DISCIPLINA POSITIVA. COMO HABLAR A UN NIÑO ENFADADO POR MAGDALENA JUAN

 

Cómo hablar con un niño enfadado

DISCIPLINA POSITIVA.

Magdalena Juan Ampuero.

2016

 

 

Hoy en día los padres no saben poner límites a sus hijos y estos son tanto o más necesarios que el amor. Recurren al castigo como único recurso porque es la educación que ellos recibieron, pero hay otras alternativas, es lo que se llama hoy DISCIPLINA POSITIVA. La firmeza no está reñida con la disciplina.

 

En este texto ofrecemos pautas alternativas a la disciplina negativa que no hace otra cosa que minar la autoestima del niño y su seguridad psíquica. Se pueden poner límites a las emociones negativas de un niño sin llegar a pegarle, insultarle, darle voces ó decirle cosas negativas. Veamos cómo: 

 

  1. No hay es bueno decir : Los niños grandes no lloran/no gritan/etc.

 

Más bien : También los mayores nos sentimos así a veces. No te preocupes, estos sentimientos pasarán y luego te encontrarás mejor

 

Seamos honestos. A más edad, más grandes son los problemas a los que nos enfrentamos, y nos sentimos también mal. Decirles a los niños que los mayores no experimentan ira, frustración, rabia, dolor o ansiedad es simplemente falso. Tampoco es sano evitar o reprimir las emociones, lo que debemos enseñarles es a procesarlas de una manera saludable.

  1. No es bueno decir: ¡No te enfades!¡No digas esas cosas, no te  soporto!

 

Mas bien : Yo también me enojo muchas  veces. Vamos a probar nuestro grito de guerra para conseguir controlar un poco mejor estos sentimientos

 

Gritar cuando estamos heridos físicamente, en realidad ayuda a interrumpir los mensajes de dolor que se envían al cerebro. A pesar de que nuestro hijo puede estar sintiendo mucho dolor, un grito guerrero puede ayudarle a liberar esta energía de una manera más lúdica. Elige un grito guerrero o mantra junto con tu hijo para que os sirva de recurso en estas ocasiones.

  1. No es bueno decir: ¡No te atrevas a pegar o a pegarme!

 

Más bien: Está bien estar enfadado, pero no voy a dejar que pegues a los demás ó que me pegues. Tenemos que mantener la seguridad de todos, tus amigos, hermanos, primos, etc… tienen los mismos derechos que tu. Yo no me merezco que me pegues como yo tampoco te pego a ti.

 

Esto ofrece el mensaje de que sentir esta emoción está bien, pero la acción no lo es. La separación entre ambos conceptos le ayudará a aprender a hacer lo mismo.

  1. No es bueno decir: ¡No seas celoso ó envidioso ! ¡No digas que no odias a tu hermano!

 

 

Mejor decir esto : Me parece bien que sientas enfado y que digas ahora que no quieres a tu hermano, eso lo sientes porque algo te hace sentir mucho dolor.  Somos una familia, pertenecemos a un mismo equipo, nosotros si te queremos y tu hermano también. No vamos a dejarte solo, todos te vamos a ayudar, entre todos lo vamos a superar.  

 

Los niños sienten celos, es la vida infantil misma, pero hay que reforzarles la sensación de pertenencia a una misma familia, reforzar el vínculo amoroso y sobre todo, en vez de regañarle, hacerle sentir que todos sufren con él y que no está solo. Todos le quieren aunque él diga esas cosas tan dolorosas a los demás. Más allá del odio siempre está el amor, eso es lo que hay que ayudarle a descubrir haciéndole sentir que él es necesario para la familia y todos le quieren.

 

 

 

  1.  En lugar de: Tómate toda la comida o vas a irte a la cama sin cenar.

 

Prueba esto: ¿Qué podemos hacer para que esté deliciosa tu comida? No podemos obligarte a comer si no quieres pero tienes que entender qué comer es necesario para crecer y hacerte mayor. Si a la media hora no se lo ha comido, decirle que quizás hoy no tenías hambre. Darle su postre habitual y mandarlo a la cama. (La comida no se puede reforzar ni negativa ni positivamente).

 

Esto coloca la responsabilidad de encontrar una solución en la espalda de su hijo no en la suya. Comer es necesario y obligatorio pero forzar la situación puede causar mayores perjuicios que beneficios.

  1. No decir: ¡Tu habitación está horrible! No saldrás de aquí hasta que no esté limpia y ordenada.

 

Prueba con esto: ¿Qué tal que empezamos a limpiar este rincón de tu habitación? Te voy a echar una mano. Preguntarle cómo se siente una vez lo ve todo limpio y ordenado. Estoy segura/o que la próxima vez lo conseguirás hacer tu solo, pero si necesitas ayuda no dudes en pedírmela. Sé que eres capaz.

 

En vez de centrarte en la inmensa tarea de limpiar y reorganizar un lío enorme, cambia la meta a una simple puesta en marcha. El inicio de una tarea indeseable puede proporcionar el impulso para luego continuar. Reforzar su capacidad para lograr mantener su propio orden.

  1. En lugar de decir: ¡Deja de gritar ¡

 

Prueba esto: ¿Por qué no me lo dices en tu tono de voz normal? Así es como te hablo yo (para eso los padres tienen que dejar de chillarles) no nos alteremos por nada.

 

A veces los niños se quejan y ni siquiera se dan cuenta. Pidiéndoles que reformulen sus afirmaciones en un tono más pausado y normal, se les está enseñando que la forma en que se dicen las cosas es muy importante.

  1. No conviene decir: ¿Cuántas veces tengo que decir lo mismo?

 

Mejor: Veo que no me oíste la primera vez. ¿Te parece que te lo repita y luego tú me lo dices de nuevo a mí a ver si te lo he explicado bien?

 

Hacer que un niño repita lo que escucha solidifica el mensaje. Además, variar el volumen y el tono de voz añade un elemento de diversión a la solicitud.

  1. En lugar de: ¡Ve a tu habitación! Ó Castigado al rincón de pensar.

 

Prueba esto: Me voy a quedar aquí contigo hasta que estés listo para un abrazo.

 

El aislamiento envía el mensaje de que hay algo malo con el niño. Al darle un espacio hasta que esté listo para volver a participar, le estás proporcionando la seguridad de que estarás siempre allí para él. El rincón de pensar no vale como castigo porque un niño todavía no puede pensar por sí solo recursos para calmarse, necesita que le ayuden a hacerlo. Y eso no se hace sólo sino en compañía del otro.  

  1. No decir: ¡Me estás avergonzando!

 

Mejor es: Vamos a un lugar privado para que podamos resolver esto entre los dos.

 

 Es sobre él y sus sentimientos. Los niños son muy sensibles a lo que piensen los demás de él.

  1. En lugar de: chillar, suspirar, gritar ó pegar.

 

Prueba esto: Haz contacto visual, que te mire a los ojos, y dile los puntos recuerda los puntos fuertes de tu hijo y dale una sonrisa, un beso y un te quiero. Se que esto no lo volverás a hacer.

 

 


12.  En lugar de decirle: ¡Eres imposible! ¡Eres insoportable!¡Eres un mentiroso!

Mejor decirle : Ahora estás pasando por un momento difícil. Vamos a resolver esto juntos. Voy a estar a tu lado siempre, no te voy a abandonar y dejarte solo nunca.

 

Siempre, siempre hay separar el comportamiento del niño, reforzar la emoción y trabajar juntos para llegar a una solución.

  1. En lugar de: ¡Deja de tirar cosas! O recoge tus juguetes ó te los tiro.

 

Mas bien: Cuando lanzas tus juguetes, pienso que ya no te gusta jugar con ellos. ¿Es eso lo que está pasando?Si quieres lo guardamos hasta que sientas ganas de él otra vez.

Si no guardas tus juguetes es porque entiendo que ya nos los quieres conservar entonces tendremos que decidir qué hacer con ellos.

 

Esta técnica está diseñada para facilitar la comunicación de los sentimientos de una manera menos conflictiva y ofrecerles otra perspectiva. No estas amenazando, estas haciendo constancia del escaso interés que tiene por conservar sus cosas.

 

 

  1. Si se produce castigo físico.

 

Por último los padres también pueden perder el control y pegar a los hijos. El castigo físico no es educativo en ningún caso, pero si esto sucede los padres también pueden pedir perdón y decir:

 

“ Siento haberme descontrolado de esta manera, haré todo lo posible para que esto no vuelva a suceder, pero quiero que tu intentes también no  hacerme enfadar de esta manera”.

 

 

La posibilidad de reparar un daño es una potente vía de resiliencia, le ayuda al niño a empatizar con el mundo adulto y aceptar sus normas. La capacidad del perdón es la mayor garantía de amor en un vínculo amoroso. La capacidad de un padre y una madre de poner límites de una manera positiva también es una fuente de seguridad para el niño y la mayor fuente de autoestima para él porque le ayuda a pensar y recapacitar sobre sus actos y emociones en compañía.